En esta entrada os voy a contar las sensaciones que seguro tenemos todos en un finde antes de exámenes de evaluación. Comencemos por el viernes.
Llega el viernes y tu cuerpo y cerebro piensan que todavía te quedan 2 días de estudio intensivo para luego poder aprobar los exámenes. Van pasando las horas del viernes y ya lo dejas, te sientes satisfecho por el trabajo realizado y te vas a dormir tranquilo. Al día siguiente, ya sábado, todavía te quedan 10 temas de biología por repasar pero te sientes tranquilo. Primero vas a clase de D.Tomás, te despejas un poco hasta las 12 o así y vuelves a tu casa para estudiar. En ese momento te sientas a repasar las hormonas vegetales y los taxones animales y no te entra ni una sola palabra porque todas son rarísimas. Comes sobre las 2 o así, algo más tarde si la mañana ha sido de estudio intensivo, y luego vuelves a sentarte para repasar lo mismo y sigue sin entrarte. Lo dejas y pasa a matemáticas ya que biología es un royo, estudias mates hasta las 8:30 o así. Lo dejas por ya y te dedicas a subir entradas al blog de filosofía. Te acuestas después de un sábado largo, muy largo.
Y ya ha llegado el domingo, ese día que esperabas que no llegase. Que sea domingo significa que solo te queda un día para estudiar y todavía te quedan 6 o 7 temas de biología aunque mates lo tienes niquelado. Que te queden 6 o 7 temas de biología implica que o estudias como un condenado o te quedas hasta las tantas memorizando con un elevado número de cafés, que es lo que le pasará al 85% de la promoción. Se van pasando las horas y ya te vas quedando sin tiempo. Es en ese momento cuando el corazón se te para y piensas en el examen que te pondrá, en el suspenso y la cara que se te va a quedar cuando te lo entregue para hacerlo, y después el castigo de tus padres, por lo que intentas lo que sea para acordarte, pero ya es tarde, ese momento que no deseabas que llegase ha llegado. ¡Se ha acabado el fin de semana!.
Al día siguiente, ya siendo lunes, llegas a clase y tus compañeros te ven con cara de zombie y te preguntan que si te lo sabes, y les respondes que más o menos, más menos que más. Llega la hora del examen, te lo entregan,te dicen que no le des la vuelta hasta que estén todos, se te para el corazón, te dicen que le des la vuelta, te santiguas, empiezas a leer y te das cuenta de que Dios está de tu lado porque son las preguntas que te había dado tiempo a estudiar, respiras aliviado.
Esto es lo que nos suele ocurrir en las semanas de exámenes.
Martín A.
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